miércoles, 6 de mayo de 2009

Capitán Daniel Manzotti

Las historias de los pueblos están asociadas a las personas representativas de cada época. La historia de cada Nación es una suma de historias individuales. Por ello podemos hacer un viaje imaginario hacia la Argentina del siglo XX para rememorar algunas páginas de su historia.

La confrontación de ideas y de acciones produjo, durante el siglo XX, una etapa plena de dificultades que todavía se proyecta sobre el presente. En momentos de incertidumbre, los pueblos buscan en el pasado aquellos aspectos que les puedan ayudar a establecer una guía y un sentido a la propia existencia.

Las épocas de crisis vienen asociadas a la ausencia de ejemplos, o mejor aún, al olvido de aquellos que hicieron durante su vida los méritos para serlo. Por ello recordamos a un oficial de la Fuerza Aérea Argentina que actuó y dio su vida durante la Guerra de las Malvinas de 1982.

De aquellos militares que intervinieron en tal contienda podemos tomar el ejemplo de quien elige una profesión de alto riesgo, sabiendo que en alguna ocasión podría perder la vida en defensa de la Nación. Sabían del dolor que llegaría a embargar a sus familiares, sabían de la ausencia paterna que padecerían sus hijos. Sin embargo, consideraban el camino elegido como algo tan valioso que habría de compensar el sufrimiento para transformarlo en un merecido orgullo.

El Capitán Daniel Fernando Manzotti nace en Mendoza el 19 de Marzo de 1949. Su infancia se desenvuelve en la década de los cincuenta. Son años en que aún no había televisión y los niños debían crear sus propias imágenes y sus propios sueños. Algunos lo recuerdan dibujando aviones durante su asistencia a la Escuela Mariano Moreno, donde realiza sus estudios primarios. También asiste a la Parroquia de La Merced, cercana a su hogar de calle Montecaseros, en donde forma parte del grupo de niños exploradores. Va conociendo aspectos que le hacen surgir la vocación de militar.

Uno de los lugares preferidos por los ciclistas de esa época era el aeropuerto de El Plumerillo. Nos imaginamos (sin saber si así fue) que aquel futuro aviador realizaba viajes hasta “la Base”, como se la denomina con frecuencia. En esas épocas allí estaban los aviones Sabre F-86, que participaron en la Guerra de Corea; guerra que acontece en el año en que nace Manzotti. Los Sabre norteamericanos y los Mig rusos fueron los protagonistas del conflicto.

Ingresa en 1970 en la Escuela de Aviación Militar, en Córdoba, de donde egresa como alférez en 1973. Recordemos que la estructura jerárquica de la Fuerza Aérea está organizada, en orden ascendente, por los soldados, luego los suboficiales (Cabo, Cabo 1º, Cabo Principal, Suboficial Auxiliar, Sub. Ayudante, Sub. Principal y Sub. Mayor). Luego vienen los oficiales: Alférez, Teniente, 1er. Teniente, Capitán, Mayor, Vicecomodoro, Comodoro, Brigadier, Birgadier Mayor y Brigadier General.

Los soldados tienen como misión la defensa terrestre de las bases aéreas; los suboficiales, además de esa tarea, son mecánicos de aviones y realizan todo tipo de apoyo hacia los pilotos, que son los oficiales.

En 1975, Manzotti es destinado a la V Brigada Aérea en donde realiza un curso de adiestramiento con aviones Douglas A-4C, que habría de ser el tipo de avión que piloteaba cuando realiza su último vuelo. Es un avión monoplaza (sólo para el piloto) apto para combates aéreos.

En 1978 es destinado a la IV Brigada Aérea, en su Mendoza natal. Continúa sus vuelos con el A-4C y es instructor de aviones Morante-Saulnier-760; un avión de entrenamiento de cuatro plazas adaptado para fines bélicos, siendo diseñado originalmente, en Francia, como avión para tareas civiles.

Se casa con Marta Elena Krause y tiene tres hijos: María Daniela, Marcos Javier y María Alejandra.

En la década de los ochenta se produce la Guerra de las Malvinas. En un combate librado el 21 de Mayo, en el estrecho de San Carlos, los pilotos argentinos derriban cuatro aviones ingleses, hunden tres fragatas y dañan otras seis. Los Douglas A-4C, con su cargamento de bombas, tenían menor movilidad que los Harriers ingleses. Tratando de impedir un desembarco inglés en la Bahía de San Carlos, el avión piloteado por Manzotti es alcanzado por un misil británico que da fin a su vida, contando en ese momento sólo con 33 años.

En ese momento tenía el grado de 1er. Teniente, siendo ascendido a Capitán post-mortem, debido a su fallecimiento en actividades militares.

Aunque sus restos dispersos descansan en las frías y lejanas tierras del sur, su nombre es recordado como un símbolo representativo de la lucha que la Nación afronta para vencer las dificultades que se presentan. Los héroes de las Malvinas nos reclaman continuar con su accionar, para que sus vidas tengan sentido y para que también la tenga la propia de cada uno de nosotros.


Escuela Cap. Daniel F. Manzotti

El mejor recordatorio que pudo darse a Manzotti consistió en colocar su nombre a una Escuela secundaria de su provincia. La escuela es el lugar en donde los adolescentes reciben la formación y la información necesarias para adaptarse a las variadas exigencias que nos impone la sociedad y el mundo en el que estamos. También es el lugar que permite dar un sentido a la vida de quienes elegimos a la educación como una de las actividades que mayor trascendencia social tiene, por cuanto somos quienes hemos de brindar dicha información e información.

La escuela prepara alumnos que llevarán esa formación al medio social; aunque en algunas épocas es la propia sociedad la que prevalecerá con su empobrecida escala de valores, haciendo que el trabajo del docente sea arduo y exigente.

La antigua Escuela de Electricidad y Electrónica Nº 14 comienza siendo parte de la prestigiosa Universidad Nacional de Cuyo, pero muy pronto pasa a ser una dependencia del Estado Provincial. Se toma al 13 de Junio de 1953 como la fecha en que inicia sus actividades.

Sus alumnos son trabajadores de CELA (Compañía de Electricidad Los Andes) dedicada a los tranvías. El horario es nocturno, previendo la adecuación a las actividades laborales de sus alumnos.

En la historia de la escuela podemos observar algunas coincidencias con la historia de uno de los más grandes científicos que han existido. También un 13 de Junio, pero de 1831, nacía en Escocia el físico James Clerk Maxwell (1831-1879), el nombre más ilustre en electromagnetismo. También Maxwell dictaba clases nocturnas a los trabajadores de la Inglaterra del siglo XIX. Quizás sin pensar en la trascendencia que le daría la posteridad, Maxwell elige, como una de sus múltiples actividades, a la docencia técnica, para contribuir de una manera activa en la realización de la sociedad en que vive.

La Escuela de Electricidad comienza sus actividades en un edificio compartido con una escuela primaria (como ocurrió en otras ocasiones). Ese primer local estaba ubicado en la calle San Martín, en el departamento de Las Heras.

Luego de algunos años, ya en la década de los sesenta, pasa al antiguo local de la Escuela Patricias Mendocinas, compartiendo el local, en el turno noche, con la Escuela de Farmacia.

Hasta ese momento se otorgaba el título de Experto Electricista, pero a partir de 1965, comienzan a egresar los Técnicos en Electrónica, ya que se crea el Ciclo Superior y la escuela pasa a denominarse “Escuela Técnica Nº 5 de Electricidad y Electrónica”.

El ciclo básico utilizaba libros como “Electricidad Práctica” de Terrell Croft y la “Escuela del Técnico Electricista”, mientras que el ciclo superior utilizaba principalmente el libro “Ingeniería en Electrónica y Radio” de Frederick Terman, constituyendo tales libros el principal soporte técnico adoptado por los docentes de la escuela.

En la década de los sesenta, Juan Poretti era el director, Moyano el secretario, y Raymond cumplía las funciones tanto de celador como de preceptor. Eran épocas en que bastaba un solo preceptor para colaborar con el mantenimiento de una disciplina fundamentada en la madurez del alumno.

En 1964, la escuela se traslada a un local propio, en la calle Agustín Álvarez (entre Rodríguez y Olascoaga). Varios profesionales, que no eran docentes, pero que estaban identificados plenamente con la educación, pusieron su vocación en beneficio de los alumnos tales los casos del médico Llaver, que enseñaba Historia y Geografía; el ingeniero Salgado y el agrimensor Estrella enseñaban Matemáticas, el ingeniero Schlachet dictaba Estática Gráfica y el arquitecto Cisternas dictaba Luminotecnia.

También se recuerda a Lahoz, en Matemáticas, quien comentaba, con cierta resignación, el nombre que le habían elegido sus padres: Bienvenido Argentino. Por otra parte, Diaz y Parisi dictaban Dibujo Técnico, siendo el último un destacado artista plástico. Guidolín enseñaba Castellano y Geografía, Ojeda dictaba Física, mientras que las principales materias técnicas, en el ciclo básico, eran dictadas por Rosaenz, Granizo y Lidio Gonzalez.

Rosaenz relataba sus experiencias en YPF, Granizo es reordado por sus chistes y Gonzalez comentaba sus trabajos en la iluminación del acto central de la Fiesta de la Vendimia.

En el ciclo superior la figura más importante fue la Jorge Martínez, recordado por su gran conocimiento de la electrónica y su experiencia como instalador del primer canal de televisión en Cuyo.

También hubo un profesor que mostró a sus alumnos, a veces con bastante desorden y pocos atributos pedagógicos, que existía un mundo casi inaccesible a nuestra imaginación: la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad. El profesor Ascúa, con los libros que traía a clase, y sus comentarios, los introdujo en el fascinante mundo de la física teórica despertando un enorme interés.

La escuela se traslada en 1969 a un local ubicado en la calle Martínez de Rosas, compartido con la escuela primaria Juan A. Maza. En la década de los setenta fue dirigida por Battistella y luego por Yelós. El secretario era Módolo y se incorporan Gironi, como administrativo, y Staib como preceptor. Varios apellidos nuevos van reemplazando a los anteriores: Mena, Lucchetti, Otero, Saenz, Moreno, Guglielmino, Ríos, Spampinato, Hurman, Zigrino y otros.

En la década de los ochenta, la escuela recibe su actual denominación, la del Capitán Daniel Fernando Manzotti. La dirección pasa, en los años siguientes, a Cisternas, Spampinato, Heinze, Nervegna, Mussuto y Costella.

La escuela se cambia nuevamente, esta vez a la calle Chile, abandonando el horario vespertino para realizar sus actividades durante la mañana y la tarde. Luego de inconvenientes edilicios, se traslada a un edificio perteneciente a Vialidad Nacional, en la calle la Vuelta de Obligado hasta que, finalmente, inaugura durante el 2008 su propio edificio en el Barrio Cementista II de Las Heras.

Los hombres perduramos en la sociedad a través de nuestras realizaciones personales y también a través de las instituciones de las que formamos parte, ya que vivir significa poder existir, de alguna manera, en la mente de los demás. Por ello es importante mencionar a los alumnos que ya no están entre nosotros y que la escuela los recuerda: Schüler, Cordón, Posleman, Lana, y otros. Como Maxwell y Manzotti, no pudieron vivir lo suficiente como para poder realizar todos sus proyectos. La escuela los tiene presentes porque son parte de ella.


Pompilio Zigrino

3 comentarios:

  1. hola profesor buscando por internet la historia del capitan manzotti me encontré con este contenido q la verdad lo leí y cerro todas mis dudas. Quiero decirle que yo fui alumno suyo un año antes de su jubilacion y le digo que fue un gran profesor al que no supe aprovechar hoy me encuentro viviendo en tierra del fuego y trabajando con el titulo q me otorgo el colegio muchas gracias profesor !
    Pablo Ortiz

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  2. Hola Profe! que grata sorpresa encontrar esta nota y mas aún escrita por usted, tengo un muy lindo recuerdo del colegio y profesores.
    Gracias por todo
    Un abrazo
    Carlos Javier Navelino, promoción 1989

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  3. Estimado Pompilio, lei sus palabras y no solo me reforzaron la excelente imagen que tengo de Ud como profesor y como persona de bien sino que está tan llenas de contenido profundo que es dificil dejar de leerlas. Me pasaron este articulo mis compañeros del Manzotti, que despues de casi 27 años volvimos a reencontrarnos y es un hermoso grupo de gente de altísimo valor humano del que surgen las anecdotas y recuerdos del que Ud no está excluído. Gracias Pompilio por todo lo que entregó de Ud, en tantas clases y tantos alumnos que recibimos ese gran tesoro de sus manos.

    Alejandro Berardo Promocion 89

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